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Los Sueños de Alejandro e Isabel
Antonio Calderón de Jesús
Tuvo el pasado viernes 29 de junio en el Centro Cultural Galileo, contando con la grata presencia de los ponentes don Benito de Diego González, y de Tomás Paredes Romero junto con quien aquí les escribe, la presentación del libro “Los sueños de Alejandro e Isabel” (Niram Art, 2012), una novela sobre la injusticia social en la que se denuncian las lacras de un mundo que casi siempre se nos escapa de las manos y en la que el autor trata de aportar ese granito de arena que haría montaña, o al menos montículo, si fueran muchos más los que contribuyesen a hacer más respirable la existencia colectiva.
Con honda carga utópica, “Los sueños de Alejandro e Isabel” viene a poner de manifiesto la trillada fórmula de “otro mundo es posible”, si bien, como apuntaba el escritor Diego Vadillo López en la solapa del libro “este panorama no nos es mostrado de manera prosaica, sino a través de dos planos superpuestos, uno de los cuales entronca con universos de sugestión”.
Tampoco nos resulta a estas alturas novedosa la interrelación de las disciplinas artísticas tanto entremezcladas entre sí como abarcadas compartimentadamente por el creador, por ello diremos que el de Orlando es un caso más. Eminentemente pintor, ha querido hacer esta incursión en el mundo de las letras arrastrándonos hacia tan deliciosos fangos a cuantos ya lo admirábamos como “mago del pincel”.
Y diré que, además de cromatismo, algo que no podía faltar, hay musicalidad, esa tan propia del escritor latinoamericano, y del ciudadano de tal procedencia en general, que, tanto en el ámbito de la oralidad, como en el de la letra impresa imprime usualmente un ritmo dulce y cadencioso a la expresión incluso más prosaica y funcional de ideas o sentimientos.
Además, en “Los sueños de Alejandro e Isabel” es entreverado lo mítico y lo místico; un halo de suave sobrenaturalidad sobrevuela el cielo de la novela de nuestro pintor-escritor, ese —en palabras nuevamente de Diego Vadillo— “cosmos de sensualidad” que pareciera haber arrastrado Orlando desde sus pinturas hacia la página en blanco.
Por cuanto la novela encierra de incitación a la captura de magias y misterios encerrados en el Universo, recomendamos la lectura de esta obra-debut con la que Orlando se estrena en el ámbito de la literatura, y lo hace con una —según apreciación de Benito de Diego— “fabulosa narración, de palabra y sintaxis sencillas, directas” que quiere conectar con un público lo más amplio posible llevando la intención de aportar alguna idea que otra a favor de la mutua fraternidad mundial, y todo a través de humildes ejemplificaciones trasladadas con hondo fervor artístic